Por favor, no me pregunten cómo he estado
El mes era octubre. Ella desde el escenario preguntó si queríamos un momento feliz o uno triste.
- Uno triste, por favor, uno triste, lo necesito.- Mi respuesta.
Entonces Fake Happy comenzó a sonar y todo valió la pena. Pocas veces un momento ha valido tanto la pena.
Este año fue una mierda. Los últimos ocho meses fueron lo peor de todo. Siempre había dicho que cuando se está triste se escribe mejor, creía que salían cosas más profundas, o que me hacía más interesante. La cuestión es que hasta marzo de este año creo que nunca había sabido lo que realmente significa estar triste. Porque ahora significaba no querer escribir, no querer leer, salir o querer salir corriendo, significaba no querer nada.
La definición de tristeza se combinaba con ansiedad, con sentir de alguna manera que ibas a explotar por dentro hasta que te obligas a llorar y termina todo. Entonces vuelves a buscar por dónde comienzas en el mundo. Por unas horas (o días) encuentras respuesta, pero luego regresa la misma sensación de no estar segura de dónde estás o porqué estás o hacia dónde vas.
Es extraño, a veces nos sentimos sin el derecho de estar tan tristes como otras personas, porque “ellos sí que la tuvieron feo”. Sientes que ya lloraste demasiado, que debes dar buena cara y que hablar de lo que te duele te pone como víctima frente a los demás. Odio ese acto humano de querer el reflector por lo mal que lo estás pasando. Pones la cara feliz, y como si nada. Aunque hay instantes, segundos u horas (con alcohol o sin él) en el que decides hablar con alguien, contarle un poco de lo jodido que estás, pero no te basta una respuesta ni un silencio, porque sigues sin saber qué quieres.
Después te da pena, ¿por qué contar algo tan íntimo? ¿por qué hacer tanto drama? A mí me pasó, no me atrevía a contar lo jodida que estaba a la persona con la que más me gusta hablar. A veces sentía que lo hartaba, o que no comprendería, que igual y vendría un regaño o simplemente no quería que me vieran tan destruida, por tanto tiempo.
Quería hablar incluso con profesores, pero la confianza no. Llegué a hacerlo con mi familia, pero estaban tan mal como yo. Supongo que la cuestión seguía siendo que no sabía exactamente qué de todo era lo que más me afectaba: el hecho A, o cómo todo eso se convertía en un hecho B. El sentirme así de mal o el no querer ser protagonista de nada.
***
Había dejado de seguirle la pista a Paramore desde hacía tiempo. La salida de los hermanos Farro era demasiado para mi yo adolescente. Entonces me perdí el disco que Hayley consideraría como el mejor. No estoy segura de cómo volví a seguirlos, creo que justamente fue ver que volvía Zac.
Escuché algunas canciones y, bueno, era obvio que la cosa había cambiado, el estilo musical era distinto, parecía demasiado alegre para ser rock, pero ahí estaba yo, alimentando mi fanatismo perdido de adolescente.
Salió el anuncio: Paramore vendría a México, era ahora o nunca. Porque podrían pasar otros diez años. Así me embarqué al Coordenada 2017. Tengo que decir que nunca en la vida había ido a un festival, porque no soy la persona más musical que digamos, “de más chica intenté ser rockerilla, pero no me salió”.
Pues sí, los festivales son una experiencia única. El viernes 20 de octubre que vi a Paramore tocar en vivo en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, México, es un momento que queda marcado en mi vida.
¿Por qué Fake Happy?
Mientras me preparaba para escuchar a una banda que había dejado de seguir hacía bastante tiempo, empecé a poner más atención en cada letra (que es regularmente lo que me atrae de una canción). El nuevo disco era bastante alegre en cuanto a sonido. Sin embargo, conforme avanzaba ese disco se volvía una clara declaración de tristeza y sí, el nombre de “After Laughter” tomaba todo el sentido del mundo.
Después de volver de Guadalajara vi una entrevista de Hayley Williams en ‘Behind the Brand’. Entonces más razones (de ella): la depresión (una que por semanas creí tener), la duda de lo que haces, el pensar que no puedes hacer algo mejor de lo que ya has hecho. Y la parte más importante: saber que tienes la opción de renunciar.
Esa entrevista, el concierto y ver un poco de reojo una situación peor que la mía (porque otros la tienen peor que yo) son elementos clave para mi yo de este instante.
Nunca he creído en el poder salvador de la música. Pero Fake Happy con su “Oh please don’t ask me how I’ve been/ Don’t make me play pretend /Oh no, oh what’s the use” terminó con el año malo y el octubre de tocar fondo. En sí, todo el disco de After Laughter es un recordatorio de lo que es tener malos momentos, un recordatorio personal de que las cosas pueden estar mal y debo admitir cuando es así, de no sentirme mal por ser regularmente una persona negativa.
En fin, si algún día, en un momento muy muy fantástico, la vocalista de ese grupo leyera esto, tendría que decirle gracias. Porque este disco vino después del que ella creía el mejor, porque fue escrito tal vez durante o después de los peores momentos de su vida. Porque sus letras, en cierto punto, salvaron la mía.
“Cry hard, dance harder”
Noviembre. 2017.