Predicadora de la copa menstrual

Marisol Ciriano
3 min readSep 28, 2022

Gracias a las diosas por la copita.

¿Tiene unos minutos para hablar de la copa menstrual?

Primero quiero decir que lo que me atrajo de ella en un inicio no fue tanto la responsabilidad social y ecológica, fue la promesa de comodidad. Es que yo odio las toallas sanitarias. No sé si odiar sea la palabra correcta, pero algo muy cercano sí era.

Comencé a usar productos menstruales cuando tenía 10 años, en un tiempo y quizá una ciudad donde todavía sentías que te veían raro si hablabas de productos menstruales (pero ese no es el punto). Mi anatomía es de tal forma que mis piernas se rozan cuando hago muchos kilómetros y después de cierto tiempo mis pantalones se rompen de esa área. Que soy muslona, pues.

Así que a la incomodidad de acomodarme mal la toalla y poder mancharme y a la de rozarme con las alas de algunas toallas, se sumaban la tremenda incomodidad del sudor en tiempo de calor, de tener esas piernas acaloradas y no saber si era flujo menstrual o sudor o ambas.

Tampoco me gustaban las falsas promesas de las toallas sanitarias, como la de sentirme completamente seca porque claramente era una mentira o la de sentirte completamente libre. Y eso que yo era de las personas que seguían con su vida a pesar del flujo, del dolor de espalda, del enojo, el llanto y el caos emocional.

Después de pensarla mucho, me puse a investigar sobre los pros y contras, le pregunté a algunas personas que la habían usado y me dije que si no era para mí, simplemente podría dejar de usarla.

¿Y esto cómo se pone?

La primera vez no fue sencillo. Bueno, la prueba no fue sencilla. Aunque colocarla fue algo difícil, lo peor vino al intentar sacarla. Incluso vi algunos videos en Youtube de mujeres que habían tenido el mismo lío que yo. Ahí también encontré casos de malas experiencias con ella y por un momento me cuestioné si podría con eso.

Pero cuando llegó el día de llevar a cabo todo el proceso lo manejé muy bien.

No hay por qué echar mentiras, hay veces en las que la coloco mal y tengo derrames, otras en las que parece que nunca antes había hecho eso y me tardo horas en el baño o en la regadera intentando colocarla. Pero son más las veces que olvido que está ahí, si no fuera por el malestar físico. Me ha pasado en el tercer o cuarto día (cuando mi flujo es mucho menor) que olvido traerla y de pronto a mitad del baño recuerdo que tengo que vaciarla.

Peeero, ¿la recomendaría?

Yo siempre digo casi lo mismo que he dicho acá. Que yo la uso por comodidad y que a la vez hago algo más o menos bueno por el planeta; que, como todo, no es para todas; que no te tiene que dar asco tus fluidos, ni tus olores, obviamente menos la sangre; que también leí malas experiencias de otras mujeres y que dependía mucho de si eras abundante o no para tomar una decisión así.

También repito una y otra vez que no quiero ser una predicadora de la copa menstrual, pero puedo hacer ejercicio con ella, no me preocupa tener una reunión en una alberca o el hecho de tener que ir a la playa. Que en el verano ya no me desespero entre el sudor, el flujo y la toalla. Que no estoy nerviosa con ir cada minuto al baño (a menos que sienta un derrame) y que esa es mi experiencia, pero cada quien decide qué usa y qué no o lo que más le conviene.

Eso sí, se tienen que dejar las cosas claras: no se es mejor o peor persona por usar ese producto, si el dinero, tu rutina y tu cuerpo te dan para usarlo, pues dale. Y si no, hay una pequeña lista de opciones.

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Marisol Ciriano

28. De adolescente supe que quería contar historas y luego no se me ocurrió hacer otra cosa.